miércoles, 1 de febrero de 2017

Amor y tiempos

Déjame enamorarme de ti lentamente
Tan lenta e infinitamente que el tiempo se estire
Tan despacio, que no importe cuantos días pasen
Sea un día igual a un mes, o un siglo igual a tres.

Deja que mi corazón sea un desierto,
Y que el saber de ti, baste para que florezca un jardín
Tásate de a pocos, que tu escasez se encargue de enaltecer tu precio
Y tu silencio sea un mar en el cual sea yo experto marinero.

Hazme triunfante en tu distancia,
Que ni la muerte pueda arrebatar mis sentimientos,
Dejemos a las casualidades la tarea de agendar nuestras citas,
Que solo muy adentro sepamos que siempre nos encontraremos.

Dejame algo

Déjame un beso guardado allí, donde no lo pueda fácilmente encontrar, cuando un día cualquiera pase por donde no suelo pasar, abra ese bolsillo que nunca pude abrir y descubra ese beso con el que ya no contaba más. 

Déjame también el calmante para el frío de aquel amanecer, el susurro en el oído que susurraste en el ayer, pero no saques de ese cajón el vino que juntos cosechamos. Déjalo todo junto para que en una tarde cuando sólo esté, destape el vino y venga a mi tu abrazo, aquel que calmó el frío de aquel amanecer, y el susurro con aire caliente que pasó por mi piel. 

Así cada que tome de ese vino, tu recuerdo encontraré cuando más no contaba con él, y veré girar el globo y el pasar del tiempo, perseguiré el sol hasta eternamente encontrarte, te encontraré nuevamente en cada amanecer.

Y volverás a mi luego, cuando no contaba con volver a verte, en cada atardecer que decidas esconderte. 

Calma eterna de la nada

Oh! cuando la prisa de la vida, nos envuelve entre sus mantas
se hace el destino un afán, se vuelve el tiempo una trampa
Asolados por el silencio, la ruta parece tan larga,
Cómo frágiles hojas al viento, esperando ser...
sobre tierra... dejadas. 

Oh! prisa de la vida que unas veces a prisa, otras veces con calma
calma tan violenta, calma tan pausada,
tan solo en la tumba te encuentras ...
 te encuentras en llamas
Y si mi alma en ti pudiera quemarse, tal vez ser despedazada
Oh calma eterna,
calma eterna de la nada...
pagaría con mil vidas por ver el mar de tu ensenada.

Oh calma eterna, calma eterna de la nada...

Oh brisa tenue en el ocaso del alma, funde ya con tu presencia
las desilusiones atoradas,
como pájaros de fuego, en prisiones encerradas,
funde llama lenta, el sin fin de los pesares, el egoísmo de los corazones,
funde el hielo de mis alas. 

Fuego eterno de la vida, buscaré en ti la muerte, me quemaré en silencio
hasta que el silencio sea mi fuente,
mi fuente de alegrías, el futuro y el presente,

Fuego eterno de la vida, quémame hasta la muerte!

Somos brisa pasajera

Somos llamas que se extinguen,
somos brisa pasajera,
somos olas que golpean,
que vienen y se van.

Somos chispas de la nada,
perdidos en la inmensidad,
somos castillos de naipes,
en el paso de un huracán.

Somos gota de rocío,
que el sol a de secar,
dime dónde te guardo,
en mis poemas o cantar?

Anhelando encarnar en letras,
neciamente alcanzar la eternidad,
buscamos la luz a ciegas,
disfrazando la verdad.

Escrita está la última página,
pero no el verdadero final,
solo nos queda escribir con sangre,
lo que el tiempo ha de borrar.

Si alguna vez nos topamos,
que tan fugaz será?
una estrella que brilla en el cielo,
o un cometa que cae en el mar?

Cuando el tiempo se acerque,
a lo suyo reclamar,
pido me lleve al sol,
en sus llamas naufragar.


Poema de atardecer

El sol es perseverante en su deseo de inundar los corazones,
incansable se abre paso para llenar de vida todos los rincones.

Y así como el sol se presenta en el atardecer,

me anunciaste tu partida con una larga mirada.
Una mirada tan profunda como los rayos naranjas que se regaban sobre la llanura.

Se pintó el cielo naranja,

se tiñó el ambiente con tu silencio,
el delirio de la vida pareció desvanecerse
y el vacío de la nada llenó nuestros corazones.

¿Cómo sentir un corazón vacío

         o leer el paso de una nube,
cuando nuestros ojos se nublan con lagrimas añejas?

¿Cómo saber a que sabe una noche fría,

          un día soleado
o el mar que se ha calmado,
cuando nuestra boca esta ocupada diciendo fracaso?

Te has ido como el sol en el ocaso

y ahora me quedo viendo la noche desde la tierra,
veo como la oscuridad que prima sobre el universo,
va esquivando cada estrella.

Terrible verdad, ¡nada poseo!


Sin el sol soy un preso de la oscuridad,

sin ti soy preso de la soledad. Pues la muerte compró al hombre
sellando un trato con el tiempo,
Desde entonces danza encadenado a su propia tumba,
al compaz de oscuras melodias.

Sólo unos pocos han roto sus cadenas,

persiguiendo el sol de medio día.
Para estos no hay ya lugar en la tierra,
su hogar es el exilio y su bandera es una espada.
 Sus almas arderan en la llama de la nada.